Los tesoros del creyente

Mateo 13:45-46

45 También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, 

46 que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.

Antes de la caída de Adán en pecado, Dios era lo mas preciado que él tenía. En Palabras de A.W. Tozer, para Adán todas las cosas eran precisamente eso, cosas; Dios era su vida, Su Gozo, Su Plenitud. La totalidad de Adán se encontraba en su Creador, todo el resto eran solamente cosas, cosas que podía disfrutar, pero no dejaban de ser cosas.

Pero cuando Adán cayó, y con él la raza humana, pasó algo nefasto, El orden se invirtió, ahora las cosas tomaron el lugar de Dios y Dios tomó el lugar de las cosas.Ya Dios no era la totalidad del hombre, el hombre por causa del pecado, empezó a sentir la necesidad de tener las cosas ya no como algo secundario, sino, como algo primario en su vida.

Creo que no alcanzaría en este corto escrito a mostrar, cómo absolutamente todo, se ha convertido en el centro y necesidad del hombre, la comida, la bebida, la ropa, los animales, los hijos, los familiares, y la lista se vuelve casi interminable. Esto es lo que el pecado hizo en el corazón del hombre, hizo que el hombre abandonara la fuente de la vida para cavar cisternas, cisternas que no pueden retener agua, solo para usar el lenguaje del profeta Jeremías. Pero, el día que Adán cayó, ese día se dio la promesa de que vendría un segundo Adán, Uno que devolvería el orden, Uno cuyo totalidad sería Dios desde la cuna a la tumba, Uno que supo que Dios era su plenitud, Que Dios era su gloria, y que las cosas eran cosas.

El Apóstol Juan expresa, ¨Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como la del unigénito de Dios...De su plenitud tomamos todos gracia sobre gracia¨. (Juan 1:14,16) Y aquí entonces viene mi enseñanza para ti este día, querido hermano cristiano, ¿has experimentado en tu vida la restauración, aquella restauración que te lleva a ver a Dios como tu plenitud de la cual bebes como un manantial que nunca se agota?, ¿has experimentado el volver a ver las cosas, como cosas?, ¿el reino de los cielos brilla para ti con tal intensidad que los demás brillos quedan completamente opacados por este glorioso brillo?.

Porque la parábola con la cual comenzamos este corto escrito, expresa precisamente eso, a aquel a quien se le ha revelado el reino de Dios en la persona de Jesucristo, puede cambiar absolutamente todo por esta gloriosa Perla, y si bien es cierto que hay cosas que todavía pueden tener un brillo, también es cierto que ese brillo pierde cada día mas su fulgor, mientras la persona de Cristo resulta para él, más glorioso y asombroso cada día. Las cosas ya no son su asombro, Cristo lo es.

Él es ahora consciente de las inescrutables riquezas que le han sido dadas en Cristo. Mientras el falso evangelio le proclama una vida llena de cosas, las cosas para él perdieron todo su poder deslumbrador, y las riquezas espirituales que le han sido dadas en Cristo, toman cada vez más un glorioso brillo en su corazón.

No quisiera que estuvieras engañado en este día, la Biblia declara de manera contundente, ¨donde esté tu tesoro, allí está tu corazón¨. (Mateo 6:21). Quisiera que hoy genuinamente fueras al Señor en oración, y pidieras que tu corazón fuera sondeado, porque si tu tesoro aún son las cosas, sea lo que esto sea en tu vida, ya sabes dónde está tu corazón. Noten por favor la parábola, no puedes tener esta perla y un poco de lo que tenías, la parábola expresa: ¨fue y vendió todo lo que tenía¨.

Pero si hoy, de manera genuina, al pedir al Señor que escudriñe tu corazón, hayas que Cristo es tu tesoro, que lo amas y lo amas más que a todo, y sientes dolor porque hay algunos brillos todavía para ti que deseas con todo el corazón que sean apagados de manera definitiva, te invito entonces a meditar en esta oración que expresó Tozer un día, precisamente, pidiendo ser liberado de todos aquellos juguetes que aún querían entretenerlo.

¨Padre, ansío conocerte, pero mi cobarde corazón teme dejar a un lado sus juguetes. No puedo deshacerme de ellos sin sangrar interiormente, y no trato de ocultarte el terror que eso me produce. Vengo a ti temblando, pero vengo. Te ruego que arranques de mi corazón todo eso que ha sido tantos años parte de mi vida, para que tú puedas entrar y hacer tu morada en mi sin que ningún rival se te oponga. Entonces harás que tu estrado sea glorioso, no será necesario que el sol arroje sus rayos de luz dentro de mi corazón, porque Tú mismo serás mi luz, y no habrá más noche en mí. Te lo imploro en el nombre de Jesús¨, amén.

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