Hechos 3:22-23
22 Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a Él oiréis en todas las cosas que os hable;
23 y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.
Es cierto que el ministerio de nuestro Señor Jesucristo no lo podemos resumir de una manera muy sencilla, pues, toda su obra es tan gloriosa que ni todo el rango dinámico de colores podría asemejarse a todo lo que nuestro Cristo hizo, cuando se humilló y se hizo semejante a los hombres.
Es tanto y tan glorioso lo que hizo, que creo, no alcanzamos a detallar todas las cosas con perfecta exactitud, pero hay algo que en este día podemos meditar y afirmar con toda certeza, Jesús, es el cumplimiento pleno de todas las promesas del Antiguo Testamento. Y una de esas promesas era que el Señor iba a levantar un profeta para guiar y apacentar a Su pueblo como Moisés lo había hecho en la antigüedad.
En aquel encuentro, en el cual, un hombre vino buscando al Señor de noche, notamos las siguientes palabras: ¨Señor, sabemos que has venido de Dios como Maestro; porque nadie puede hacer las obras que tú haces, si no está Dios con él¨ (Juan 3:2). Una cosa está clara aquí, lo que Jesús hacía lo acreditaba como el profeta, como el maestro, como Aquel que tenía algo de parte de Dios para decir.
Este hombre no le dice: Señor sabemos que has venido de parte de Dios como sanador, o como milagrero, No, si había algo que reconocer es que lo que Jesús hacia, les ponía de inmediato en frente de alguien que tenía algo que decir de parte de Dios. Esta debió haber sido la respuesta de todos aquellos que vieron hacer lo que Jesús hacia: ¨Señor dinos por favor qué tienes para decirnos, porque tú has sido enviado de parte de Dios como el profeta que estamos esperando¨.
Pero, por el contrario, notamos que la palabra del profeta no tuvo cabida en aquellos que lo vieron hacer lo que solo el podía hacer. Y quiero que noten que este desinterés en las palabras del profeta ya tenía Juicio. No solo había una promesa de bendición, había también una promesa de Juicio,
Escuchen la promesa de bendición: El Señor les levantará un profeta, ustedes le oirán.
Escuchen la promesa de Juicio: Y el que no lo escuche será desarraigado de su pueblo.
Queridos seguidores de Cristo, la misma promesa de bendición está hoy, y la misma promesa de Juicio está hoy. Hoy la voz del profeta sigue sonando en los púlpitos de pastores fieles a la Palabra del Señor, hoy el profeta sigue guiando por medio de Su voz a Su pueblo, hoy el profeta sigue trayendo un remanso de paz a quienes con corazón humilde le dicen: ¨Señor sabemos que tú fuiste enviado del Padre como el profeta prometido, porque, nadie puede hacer lo que tú haces si Dios no está con él¨.
Nadie abre los ojos de los pobres ciegos espirituales como Él, nadie resucita a los que hieden ya, debido a su corrupción como Él lo hace, nadie como el Cristo bendito para abrir los oídos de los desesperados sordos espirituales. Y si tú has podido experimentar esto en tu vida, o has sido testigo de estas maravillas en otros, entonces tú le puedes decir hoy, ¨Señor háblame que yo te escucho¨.
La voz de este profeta es digna de ser escuchada, la voz de este profeta es digna de ser obedecida, la voz de este profeta es digna de ser honrada.
El Salmo 102:2 dice ¨Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían¨.
Quisiera terminar diciendo solamente esto, la bendita y poderosa palabra del profeta que hoy tiene poder para sanarte, guiarte, santificarte, enseñarte, consolarte, animarte, exhortarte, y en fin, ser un cúmulo de gloriosas bendiciones para ti, si las escuchas y las haces, esa misma poderosa palabra sera un testigo en tu contra el día del juicio si en lugar de escucharla y atesorarla ella no halló cabida en ti.
Así lo expresa claramente Juan 12:44 ¨El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero¨.
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